miércoles, 10 de noviembre de 2010

Publicación de Rio Bravo (Entre Ríos) www.riobravo.com.ar

Todas las mujeres, todas

Todas las mujeres, todas
Por Laura Lara (especial para Río Bravo) - El fin de semana del 9 al 11 de octubre se realizó en Paraná el XXV Encuentro Nacional de Mujeres. Un acontecimiento único en el mundo que recorre nuestro país año a año. En esta nota, una crónica desde sus entrañas, escrita por una encuentrera de las tantas que otra vez dijo: “El encuentro somos todas”.
Los Encuentros son un espacio amplio y democrático que las mujeres argentinas –de distintas clases sociales, filiación política y creencias religiosas- tenemos para contar qué es lo que nos pasa, qué pensamos y creemos, y cuál es el camino que pensamos debemos tomar para resolver no sólo nuestros problemas de género, sino el de nuestros hijos, nuestra familia, el trabajo e infinidad de dramas sociales que atraviesan a nuestra Argentina actual.  
Esta vez fue en Paraná
Así como las encuentreras decimos que los Encuentros “cambian la cabeza de una mujer que participa”, también ocurre con la ciudad. Y no me refiero aquí a las iniciativas de una minoría que sin discriminar edificios y monumentos, descargaron sus aerosoles, dejando su huella por las paredes. Me refiero a la curiosidad que despierta en los habitantes: “¿qué tendrán para hacer tantas mujeres juntas?”, preguntaban remiseros y comerciantes. Cambia no sólo la composición numérica, sino el color, otro aire se respira. La ciudad adquiere otra dinámica con miles de mujeres.  
El sábado 9, alrededor de 25 mil mujeres de todo el país llegaban a la ciudad y se fueron congregando en el Parque Berduc. Miles circulaban entre el parque y los puestos de venta de artesanos, libreros, etc. apostados sobre calle Salta. Ya en el estadio del Berduc, un inmenso telón de fondo pintado por las anfitrionas, daba la bienvenida a las miles de mujeres. Frente al escenario se desplegaban cientos de banderas de organizaciones sociales y políticas, cuerpos de delegados, centros de estudiantes, organizaciones barriales, grupos de lesbianas organizadas, artistas. Organizaciones que año a año participan de esta experiencia, le daban otro tinte a la mañana de ese sábado. 
Promediando el mediodía, quedaba inaugurado exitosamente el 25 Encuentro. Durante la apertura se leyeron cientos de adhesiones de luchadoras sociales y políticas. Romina Tejerina, la joven jujeña que está presa a causa de cometer infanticidio, envió una emotiva carta desde el Penal de Jujuy. El grupo Artemisa interpretó con su baile el Himno nacional argentino.
Mientras el Parque continuaba llenándose con delegaciones de todo el país, las integrantes de la Comisión Organizadora, subieron al escenario para dar la bienvenida a las encuentreras con la lectura emotiva de un documento que supo unificar a la mayoría de sectores que estaban allí, resaltando las luchas y reclamos populares y de género, desde la realidad provincial.
A continuación, María Fernanda Roselli deleitó a las presentes con su música. Al finalizar, una marea colorida fue dejando el lugar para participar de las 55 temáticas de los talleres, no sin antes pasar a ver y participar del mural que se comenzó a pintar desde temprano en una de las paredes del gimnasio del Berduc. 
Compartir nos hermana
Solemos decir “sólo las mujeres entendemos lo que significan los Encuentros para las mujeres”, porque es un fin de semana, donde por ejemplo la que es ama de casa deja por tres días los “deberes del hogar” para entrar en “la sintonía del Encuentro”. Un par de Encuentros se necesitan en algunos casos para quitarse durante ese fin de semana la angustiante sensación de: “¿estarán bien mis hijos con mi marido?”, “¿habrán hecho alguna macana los chicos?” Otras, en cambio, suelen decir “hoy me siento libre”. Pero en lo fundamental, durante ese fin de semana, miles y miles nos conectamos con lo que significa ser mujer en esta sociedad.  
Por eso cuando hablamos y contamos lo que nos pasa frente a otras mujeres –a quienes sólo conozco porque están en el taller y me uno a ellas por lo que tenemos en común-, discutimos, alzamos la voz, nos apasionamos, lloramos, hacemos “catarsis”, nos abrazamos, nos consolamos, volvemos a hablar, coincidimos con la opinión de alguna, nos enojamos con lo que propone otra, contamos hasta lo indecible, aquello que callamos y guardamos bien escondido porque durante siglos nos metieron la idea de que hay cosas que debemos guardar con el silencio... Y así vamos abordando la problemática que debatimos, tratando de encontrarle un sentido a lo que nos pasa como mujeres. Y nos llevamos la experiencia de haber podido hablar, el relato de la otra, el haber sido escuchada, el haber defendido nuestra palabra, el haber compartido. Todo eso junto y en distinto grado, nos hermana. 
Por eso, cuando tanto las mujeres de la derecha eclesiástica como de sectores políticos que pretenden expulsar a las católicas de los talleres, se enfrentan con sus discursos preelaborados pretendiendo imponer ideas sobre cuál es el camino a seguir para resolver el problema de la anticoncepción y el aborto –o llaman a “sus hombres” para que vayan a defenderlas, quienes caen en patota para enfrentarse a los grupos de mujeres-, terminan expulsando a las mujeres que tienen mucho para contar: aquellas que cuando van a la salita de salud o al hospital, ya con dos o siete hijos a cuestas, y le piden al médico que le ligue las trompas o que les facilite un método anticonceptivo porque su vientre no soporta un embarazo más y éste se hace el distraído, y otra vez, otro embarazo. O aquella que corrida por los golpes de su marido no encuentra otro refugio para ir con sus hijos que la calle. Aquellas que juntaron la moneda para poder viajar y las que pidieron prestadas un par de zapatillas para estar allí, con la voluntad de contar cómo viven el hambre en sus hogares. 
En los talleres salió a la luz la vida cotidiana de las mujeres en la Argentina actual. La Argentina de la flexibilización laboral, la del abuso de las patronales, la de la discriminación, la de las nuevas enfermedades laborales que acarrea la superexplotación: las tendinitis, las hernias de disco, los ataques de pánico, el estrés y hasta la muerte, como el caso la empleada administrativa que falleció en su puesto de trabajo en Kraft.
Las mujeres de los pueblos y naciones originarias denunciaron cómo continúa el saqueo de sus tierras ancestrales. La expoliación de ríos y tierras con la sojización. Denunciaron la contaminación de sus ríos y lagos y los negociados de la megaminería a cielo abierto.Las mujeres campesinas contaron cómo desde el gobierno de Menem hasta hoy ponen el cuerpo en sus chacras para frenar los remates. Estuvieron las que son expulsadas por la política de sojización, las que pelean para que el gobierno les dé un pedazo de tierra como las medieras y arrendatarias de Asoma de La Plata. 
Salió a la luz en los talleres de trata la realidad de las mujeres jóvenes y niñas secuestradas por las redes de prostitución. Redes mafiosas que se apropian hasta de sus vientres, para retenerlas mediante los hijos que les hacen los proxenetas. Estuvieron presentes los casos de Fernanda Aguirre, Marita Verón, Sandra Gamboa, y otras ciento de mujeres cuyo destino fue la desaparición y la muerte.
Y tuvieron su taller las científicas, las docentes, las intelectuales, las artistas, las lesbianas, las jóvenes, las ambientalistas… todas hallaron su espacio para hablar sobre las desigualdades y discriminación, sobre las iniciativas que toman en cada lugar, sobre las casas de las mujeres, las secretarías de la mujer en los sindicatos y centros de estudiantes, sus conquistas de guarderías en las universidades y fábricas, todo contado en primera persona.  
Por eso es tan importante defender los Encuentros nacionales de mujeres, como instancia democrática, y que en sus talleres no se vote. Porque de otro modo, su resultado es pura demostración de fuerzas, de división, y no la expresión de lo que realmente nos pasa a las mujeres.   
30.000 en las calles
Todos los colores, todas las banderas, todas las mujeres, comenzaron a concentrarse por la tarde del domingo en la esquina de Salta y Belgrano. Las de lila, las de verde, las de naranja, las de rojo, las de ni uno ni de otro, las “sueltas”, todas marchamos detrás de la pancarta de la Comisión Organizadora.  
Así son los encuentros. Porque así como nos permitimos discutir, pensar distinto y hasta insultarnos, la experiencia de estos 25 años hasta la actualidad es la gigantesca Marcha del Encuentro que recorre los principales lugares de la ciudad, donde las mujeres demostramos que a pesar de las provocaciones de afuera, a pesar de los obstáculos que ponen los gobernantes –como el gobernador Uribarri, quien jamás se dignó a brindarle una entrevista a la Comisión Organizadora para informarse siquiera de qué se trata-, a pesar de las provocaciones de la policía de la provincia que se puso al servicio de jerarquía de la Iglesia, a pesar de los que provocadoramente hoy, post Encuentro, pretenden enlodarlo haciendo balances sobre cómo quedó la ciudad; como dice el cantito transformado en himno: “A pesar de todo les hicimos el Encuentro”.
Ultima modificacion el Jueves, 14 de Octubre de 2010 01:47

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